Cuenta Jalaluddin Rumi, que cierta noche un hombre devoto
oraba en alta voz cuando el Diablo se le apareció y dijo:
–¿Hasta cuándo llamarás a voces: «Oh, ¿Dios?» Pierde cuidado que
ciertamente no te llegará ninguna respuesta.
El devoto inclinó silencioso la cabeza. Al poco tiempo vio al
Profeta Khadir y oyó que le decía:
–¿Por qué cesaste de llamar a voces a Dios?
–Porque no llegaba la respuesta «Aquí estoy», replicó.
Khadir le dijo:
–Dios me ordenó que venga a ti y te diga: –¿Acaso no era Yo el
que te espoleaba para que orases? ¿No era Yo el que te ocupaba pronunciando Mi
nombre? Tu llamada: «Dios», era mi respuesta: «Aquí estoy». Tu ardiente anhelo
era el mensajero que Yo te enviaba. Yo era el que te arrancaba las súplicas y
las lágrimas, y el que les ponía alas para que volasen al cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario