Cierto día, el Profeta Muhammad dispuso que
sus seguidores se encargaran de reunir a los mejores caballos de entre aquellos
que servían a la causa del Islam.
Así fue como, al cabo de unos días, fueron
traídos a su presencia cien caballos. Era imposible elegir entre ellos: la
belleza de cada uno, el brillo de su pelaje, su galope grácil y elegante, su
evidente fortaleza, eran solo comparables con los rostros de las mujeres más
bellas de la península arábiga.
Los discípulos pensaban que el Profeta
preparaba una expedición militar importante y por eso esperaban ansiosamente
sus instrucciones. Contrariamente a lo que habían creído, la indicación de
Muhammad fue otra y les resultó desconcertante. El Profeta dijo: –Construyan un corral en
las cercanías de aquél espejo de agua y encierren en él a los caballos. Deben
cuidar muy bien que los caballos no tengan contacto con el agua, pero sí deben
tenerla al alcance de su vista.
La construcción fue realizada y el Profeta
dispuso que los caballos permanecieran encerrados en ella día y noche durante
cinco jornadas de intenso calor. Los animales habían comenzado a agolparse los
últimos dos días sobre el lado del corral que daba hacia el agua y hacían
desesperados intentos por sortear la cerca usando las últimas fuerzas de las
que disponían.
Al cabo del quinto día Muhammad dio la orden
de que el corral fuera abierto y los animales liberados. Como era dable
esperar, los caballos salieron en estampida hacia el portón en busca del agua
que les devolvería la vida. Cuando se encontraban recorriendo los metros
finales, el Profeta con su dulce y potente voz los llamó.
En su desesperación era lógico que los
animales desoyeran el llamado de Muhammad y continuaran su desenfrenada carrera
por la supervivencia. Sin embargo hubo cinco caballos, tan sedientos
y necesitados como cualquiera de sus compañeros, que al sentir la voz del
Profeta se detuvieron e inmediatamente emprendieron el regreso hacia su Señor.
El Profeta los recibió con una sonrisa y
acariciándolos tiernamente le dio a cada uno un nombre. Se dice que todos los
pura sangre árabes descienden de estos cinco valientes caballos que eligieron
al Profeta Muhammad.
1 comentario:
Esta hermosisima historia de caballos, cinco caballos.... los "animales" de los más hermosos y misteriosos seres en la Creción, tambien los cinco maestro prefectos que mantienen al Amado en nuestro espiritu vivo, la inmediatez y el directo sentido de Su aAmor
gracias
un amante
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